• INFANCIA MISIONERA


    Uno para todos y todos para Él
  • MEDITACIÓN DIARIA


    ¡Reza con nosotros por las misiones!
  • SUPERGESTO


    La revista para jóvenes, ahora en formato 100% digital

Notas que han de caracterizar el modo cómo realizar la tarea misionera.


Estas son las notas de la “tarea misionera” que Lino Herrero Prieto nos propone en el libro del 29 Simposio de Misionología de la Facultad de Burgos en 2019: La interpelación misionera del Papa Francisco.

 

Aguante: El santo/el misionero no es un flojo; al contrario, ha de saberse cimentado en la roca de Dios, quien posibilita salir airoso de las tempestades.

 

Paciencia: El santo/el misionero no es un inestable; al contrario, ha de vivir los tiempos de Dios, evitando imponer a Dios y a los demás ritmos que nacen de la ansiedad.

 

Mansedumbre: El santo/el misionero no es un protagonista acaparador; al contrario, ha de ser consciente que pisar de puntillas deja una profunda huellas

 

Humildad: El santo/el misionero no es soberbio; al contrario, ha de aprender que para lograr ser humilde ha de aceptar la conveniencia de ser humillado.

 

Alegría: El santo/el misionero no es un amargado; al contrario, con talante positivo ha de aportar razones para vivir esperanzados.

 

Audacia: El santo/el misionero no es un apocado; al contrario, ha de implicarse en el servicio del Evangelio, consciente que se va a complicar la existencia.

 

Fervor: El santo/el misionero no es un funcionario; al contrario, urgido por la caridad de Cristo, ha de inflamar todo lo que se encuentra a su paso.

 

Contando con la comunidad: El santo/el misionero no es un francotirador; al contrario, sabe bien que el éxito de la empresa depende del apoyo de la comunidad cristiana.

 

Apoyado en la oración: El santo/el misionero no es un creído; al contrario, sabe que dónde está la fuente que aporta sentido a sus desvelos.

 

Listo para el combate: El santo/el misionero no es un ingenuo; al contrario, sabe que su lucha tiene tres frentes: el mundo, la carne y el demonio.

 

En estado de discernimiento: El santo/el misionero no es un superficial; al contrario, sabe que las apariencias engañan.

 

Cuidando los detalles: El santo/el misionero no se pierde en generalidades; al contrario, baja a la arena de la vida diaria sus convicciones.

 

Acostumbrado al sufrimiento: El santo/el misionero no es un iluso; al contrario, sabe bien que su vida y actividad han de llevar el sello de la cruz.