El pasado 2 de
octubre, empezamos el mes de las misiones conocido como “Octubre Misionero” con
el Encuentro Misión y Contemplación. Llevamos ya ocho años empezando el curso
con la festividad de la Patrona de las Misiones Santa Teresita de Lisieux, en común-unión
con nuestro 830 misioneros en 67 países, nuestros cerca de 400 misioneros
retornados, la Red de Marta y María que cuenta con más de 300 voluntarios de
roperos misioneros, mercadillos y Ayuda a Medicamentos 3er Mundo, y voluntarios
de la Delegación de Misiones.
Como todos los años
el encuentro se desarrolló en monasterios de Navarra. La mañana trascurrió en
el Monasterio de los PP. Agustinos de Monteagudo, donde compartieron con
nosotros la vida extraordinaria del agustino
San Ezequiel Moreno, que fue misionero en Filipinas y Colombia, “donde se
entregó sin reserva, y su fe en Dios los sostuvo al servicio de los más pobres
y abandonados”, según su biografía.
El encuentro siguió
con una oración y el testimonio de 17 novicios: 5 de Méjico, 4 de Venezuela, 3
de Argentina, 2 de Brasil, 2 de Perú y 1 de España. D. José Mª Aícua, Delegado
de Misiones y Director de OMP en Navarra agradeció la riqueza que supone para
la Iglesia este “nuevo signo de la misión y la universalidad misionera”
expresada en estos jóvenes.
La mañana terminó con
la celebración de una misa misionera coloreada con las banderas de los cinco
continentes. Al despedirnos de la comunidad constatamos por qué San Bernardo
está considerado el Santo de la Amistad.
Tras la comida
partimos para el Monasterio de Santa María la Real de Fitero dónde nos esperaba
el sacerdote Javier Goitía, un anfitrión cercano y gran conocedor de la
historia del Monasterio, como pudimos ver durante la visita. Su testimonio
sobre la relación de los cristianos con los musulmanes, que empiezan a ser
mayoría en algunos pueblos de la Ribera, y con las instituciones civiles, nos
puso en alerta sobre la complejidad de una situación que no sólo necesita buena
voluntad y fe, sino determinación desde los valores cristianos para ser audaces
al mismo tiempo que facilitadores de diálogo. No obstante el sacerdote Javier
Goitía nos animó a afrontar todo desde Dios, fuente de esperanza y fortaleza
para el cristiano.
El día, como no
podía ser de otra manera, termino con el rezo de vísperas y un canto a María.
Durante el regreso
aparecieron síntomas de cansancio por un día tan intenso, y brotó el agradecimiento
y las ganas de más…
Así que… ¡Hasta el
año que viene! Ahora toca preparase y celebrar el Domund con alma misionera,
fe, oración, compromiso y generosidad.
¡Se valiente, la
misión te espera!
Fotografías del Encuentro