"En este mundo que corre sin un rumbo común, se respira una atmósfera donde «la distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana. […] Porque una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otra muy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos». Avanza la tecnología sin pausa, pero «¡qué bonito sería si al crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas correspondiera también una equidad y una inclusión social cada vez mayores! ¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí!» (Fratelli Tutti 31)
Con estas palabras el Papa Francisco saca a relucir la gran ambivalencia: los peligros y oportunidades que nos ofrece la presencia en Internet, sobre todo en las redes sociales. No explicita una lista, pero nos pone ante lo esencial de la cuestión.
1º La necesidad de un rumbo común con menos “yo” y más nosotros. Buscar la reafirmación personal en los otros produce más soledad que encuentro. Salir, en cambio, al encuentro del otro “exponiéndonos” con sinceridad, consiste en asumir más riesgos, pero también encontrar ese espacio real, y profundo al mismo tiempo, donde se produce el verdadero encuentro con uno mismo, con los demás y con el mismo Dios. Significa construir un lugar, en terreno de nadie, donde todos construyen un hogar común desde la propia identidad conquistada en la relación desde la soledad-encuentro.
2º Esta dinámica de relación está en la base de nuestras relaciones digitales ya que detrás de cada pantalla se encuentran los mismos individuos con las mismas aspiraciones, sueños, heridas, anhelos, fracasos, superaciones, necesidades: de ser amados y de responder a ese amor desde lo que uno es; de ser acogidos en la fragilidad; de experimentar la misericordia como expresión de amor incondicional (sobre todo cuando no hay motivos aparentes para ello); de hacer una re-lectura de la propia vida, desde la Palabra de Dios, y descubrir que la propia historia -personal y comunitaria- es Historia de Salvación con todo lo que en ella hay. Con todo. Ya que en la Biblia tenemos un “mapa del corazón de Dios” que es al mismo tiempo un mapa del corazón de toda persona: ahí están recogidos todos los fracasos, las batallas, las heridas, las muertes, sueños, aspiraciones, conquistas, desamor y amor fiel e infinito… ¡Tenemos un itinerario de respuestas a todas las cuestiones (aunque las respuestas no siempre se acomoden a nuestros deseos)! Nuestra tarea consiste en traducir este mensaje, con más de 2000 años de actualidad, en todos los contextos existentes.
3º Dios es la clave para pasar de ser ego-céntrico a ego-comunitario. Es el único capaz de “centrar” nuestra existencia al “des-centrarla”. Cosas del Amor. Por cierto, el amor humano es reflejo de ello... o debería serlo.