Ayer
se celebró en el Seminario Conciliar de San Miguel de Pamplona el Encuentro
Misionero de verano. Este encuentro se celebra tradicionalmente en Javier pero
dadas las circunstancias de pandemia, y para favorecer el traslado y la
convocatoria de los misioneros, este año lo hemos celebrado en Pamplona.
Como
todos los años fue un momento de fe celebrada y de vida compartida, en la que
se dieron cita 23 misioneros, varios voluntarios y la Delegación de Misiones y
OMP en Navarra.
El
encuentro comenzó con la celebración de la Misa misionera presidida por D. Juan
Antonio Aznárez, obispo auxiliar de Pamplona y Tudela, y concelebrada por D.
Oscar Azcona Muneta, Delegado de Misiones y Director de OMP en Navarra, y el
rector del seminario D. Miguel Larrambebere junto a varios misioneros.
La
inicio de la celebración, D. Oscar Azcona agradeció la labor de los misioneros
navarros que son expresión viva de Dios, desde la sencillez que caracteriza a
todo misionero.
D.
Juan Antonio Aznárez, durante la homilía, habló a los misioneros sobre el amor
de Dios: su fidelidad, incondicionalidad y redención que solo puede
quebrantarse por nuestro pecado. Aun así, la Historia de la Salvación refleja
claramente cómo el amor de Dios es fiel. Una fidelidad y entrega que se
constata con rotundidad en la entrega que hizo Dios de su hijo en la cruz:
máxima expresión de la entrega incondicional de Dios a la humanidad. La
celebración fue también un momento de comunión con los misioneros españoles, especialmente
con los navarros, y con todos aquellos misioneros y misioneras que han pasado a
formar parte del Reino de Dios durante este curso.
Como
no podía ser de otra manera la eucaristía dio paso a un encuentro fraterno
donde compartir la alegría de sabernos familia, no sin antes hacernos la
fotografía de grupo.
Es
hermoso celebrar la fe y la amistad, la misión y la familia… la alegría de
pertenecer a un Dios padre que nos hermana entre nosotros y entre los más empobrecidos
en todos los rincones del mundo. Esa otra parte de la familia que necesita las
manos de Dios a través de las nuestras, aunque, en muchas ocasiones somos
nosotros los evangelizados por ellos.
Ente
despedidas y abrazos, con mascarillas en el rostro, las sonrisas de
agradecimiento traspasaban con facilidad el pequeño trozo de tela en la cara.
¡Saben
a tan poco estos encuentros!… que te quedas siempre con ganas de más, y
mientras lo piensas miras inconscientemente el reloj diciendo sin decir: ya queda
menos para el siguiente.
Recoger, limpiar, agradecer al seminario su acogida… y marchar con el corazón un poco más ancho para seguir con la tarea cotidiana, entre un padre nuestro y un ave maría, canturreando aquello de: “somos misioneros, tenemos una misión…”.
Celebración de la Misia Misionera
Momentos del Encuentro