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Ser misionero merece la pena.


Os presentamos a Iván Juarros Aranguren, misionero navarro de 32 años, sacerdote religioso  de los Padres Paúles, que lleva en la misión desde que hizo su profesión religiosa en 2017.

Lo primero que llama la atención de Iván no es su juventud, sino el entusiasmo con que transmite fe y alegría contagiosa.


Su labor misionera se desarrolla principalmente en dos parroquias, que Iván dirige junto a tres sacerdotes más, y que son Puerto Cortés y Cuyamel en Honduras, que cuenta con 64 comunidades. Estas comunidades se encuentran en aldeas a las que cuesta llegar entre dos y seis horas andando, y están asistidas por “delegados”: unos 160 laicos que se encargan de las catequesis y la liturgia de la palabra en sus comunidades.


Iván nos contó que la formación de estos delegados, que asisten a 170 comunidades eclesiales de base, es muy importante. De hecho, los segundos domingos de mes se ofrece formación general, los terceros domingos de mes formación a catequistas y los cuartos domingos de mes formación de los delegados. Otro aspecto muy importante que se cuida, junto a la formación, es la oración.


Respecto a la labor social, que también es una parte importante de su día a día, tienen a su cargo un Hogar de ancianos y otro de niños abandonados, llevados por las Hijas de la Caridad; un centro de formación profesional y dos dispensarios médicos. Actualmente cuentan con la colaboración de un cooperante de Teruel.


También están iniciando un proyecto con chocolates, ya que se encuentran en una zona de buen cacao, orientado a señoras que, por su edad, lo tienen muy difícil para acceder al mundo laboral.


Momentos como estos nos llenan de esperanza y nos motiva para hacer de nuestro trabajo fe viva que se encarna en lo cotidiano.