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Ayer, la Misión en Navarra, se silenció por un momento

 


Ayer, antesala de la celebración del Domund, fallecía mientras celebraba misa José Mª Aícua, quién fue hasta hace no mucho Delegado de Misiones, Director de las Javieradas y Director de OMP en Navarra. La noticia corría a la velocidad de las redes sociales, son los tiempos que tocan. Rápidamente se sucedían las llamadas con la voz quebrada entre algunos, las lágrimas entre otros, y el tono pastoso y lento en la mayoría.

 

Ayer fue remover las aguas, para que el poso de lo vivido juntos enturbiara, desde el fondo, la mirada detenida en la memoria.

 

Ayer fue no saber encajar el golpe, porque la fe y la esperanza no eliminan el dolor de la despedida.  Y conforme pasaban las horas el corazón recobraba el ritmo, acompasando el paso a la vida, a lo cotidiano, a lo impredecible que siempre nos rodea y se impone ajeno a nuestros deseos.

 

Y hoy, al llegar a la Delegación de misiones, la ausencia se hacía palpable, y la certeza de que tu compañero de trabajo y amigo ya no está lo ralentizaba todo. Ya no está… esta idea es terrible si la desvistes de fe y esperanza; pero por otro lado, no puedes dejar que se instale como si fuese una certeza, entre otras cosas porque no es cierto.

 

Porque si estará.

 

Estará cada vez que lo dejemos todo para atender al misionero que entra por la puerta, porque así nos lo inculcó. Ya, ya sabemos que es lo que tenemos que hacer, pero le gustaba recordárnoslo.

 

Estará en el ritmo frenético de las actividades del Domund, porque quería hacer tanto que era imposible llegar a todo y no te quedaba otra que soñar con la Misión a parte de vivirla y celebrarla.

 

Estará en la Fiesta de San Francisco Javier imponiendo las cruces y haciendo los homenajes que tanto le gustaban. Hoy el homenaje es para ti José Mª (la cruz nos la quedamos nosotros, si no te importa).

 

Estará en las Javieradas, desde la madrugada, intentado estar con todos, entre una oración temprana para bendecir a los peregrinos y un “vínico” con chistorra a medio día con los peregrinos de la Ribera. Aunque la explanada de Javier, este año, que se espera  abarrotada, no estará llena del todo, por mucha gente que rompa las distancias. Seguro que tampoco podrá evitar estar en la sonrisa del Cristo de Javier, para recordarnos que la muerte tiene algo de mentirosa y la vida se impone desde que estamos llamados a resucitar.

 

Estará animando a los jóvenes para vivir una experiencia de misión en el verano, con la maleta hecha para hacer camino con algún que otro misionero nuestro.

 

Estará animando a los voluntarios de la Dele, aunque ya no dirá aquello de “aquí se trabaja mucho”.

 

Estará hasta que volvamos a encontrarnos, y seguro que nos “pondrá las pilas” tras el reencuentro, porque ni el cielo podrá domar su carácter emprendedor. Pero esa es otra “misión” que debe esperar. Por cierto, ni se te ocurra decir que “casi todo se puede hacer en cinco minutos”, porque la liamos…

 

Hasta pronto José Mª.

 

Gracias por esta ausencia tan llena de ti y de tus cosas.