Esta semana pasada ha sido rica en encuentros con nuestros misioneros. Toda una sorpresa que no esperábamos terminado ya el periodo vacacional. Pero así sopla el Espíritu: por donde quiere y como quiere. Y nosotros estamos encantados con que sea así.
Destacamos,
de todos ellos, la visita de Alfredo Marzo Remirez, misionero navarro que lleva
en la India nada más y nada menos que 70 años. Llegó a aquellas tierras
cumplidos los 16, nos cuenta con una sonrisa que presagia que serán muchos más.
De hecho ante la pregunta: ¿piensa volver o solo está de paso?, la respuesta,
entre picardía y vitalidad, no se hace esperar: “no pongamos límites a la
providencia”.
Este
religioso salesiano nos cuenta que, ante la situación de pandemia, han tenido
que “actualizarse”, haciendo uso de internet para retrasmitir las misas, ya que
la presencia de los fieles ha descendido de 500 a 50, pero están viviendo con
esperanza esta nueva etapa. Evidentemente esto solo es efectivo en la ciudad,
pues en las zonas de selva no es posible. La zona donde realiza su labor
pastoral cuenta con una presencia cristiana notable: 15000 católicos, esto en
la India es una excepción. Y cuántas diferencias percibe entre su navarra natal
y la India, que lleva siempre en su corazón, a la hora vivir la fe: “veo que
mientras allí hay poco de todo hay al mismo tiempo mucho de Dios, en cambio
aquí que sobra de todo hay mucha carencia de Dios”. Es evidente que estos hombres
y mujeres de Dios no pueden evitar tener una mirada contemplativa. Así son los
misioneros. Pero miran la realidad y la interpretan sin juicio alguno, todo lo
contrario. Mirar de frente, sin tapujos, les permite saber dónde están las carencias
y la verdadera riqueza. Y así, sin prisas pero sin pausa, saben muy bien por
donde debe empezar la siembra.