¿Cómo
decirte que eres vida para todas nuestras campañas? ¿Cómo hacerte entender que
con un donativo que hagas rompes muros de indiferencia? Que si ti nuestro
trabajo no sería lo mismo.
Mientras tanto sigue
formando parte del sudor de los misioneros, de su soledad habitada, de su
sonrisa amplia que dibuja horizontes, de sus manos cansadas hacedoras de
milagros, de su fe templada a golpes de luz y sombra.
Sigue
aportando la humanidad que late en cada proyecto que realizan con tu aportación
pequeña: como grano de mostaza, como levadura y sal que sala.
No
te rindas.
No
claudiques.
No
desesperes jamás.
No
permitas que te roben la esperanza de un mundo mejor, por anchas y grandes que
sean las estructuras de poder y de intereses.
Desvístete
de dudas al saber de cada misionero y misionera. Se como nosotros: voz y eco de
cada herida, que se hace surco para la semilla de Dios en cada hombre y mujer,
y niño… y de cualquier rincón del planeta que se abre a la donación de vida y fe
que brota de cada aportación.
Mira
de frente, como aquellos que saben que todo puede cambiar, sin excepciones.
Atiende a los ojos de todo el que se cruce en tu camino para que escuchen
calladamente la salmodia de los hombres y mujeres de Dios. Formas parte ella,
así que escucha tú también.
Lo
sabes…
Lo
sabemos…
Si
somos más justos, el mundo será más justo.
Si
somos más humanos el mundo será más humano.
Si
somos más solidarios el mundo lo será.
Todo
será más bondadoso si lo somos.
Habrá
más fe en Dios y en la humanidad si no nos rendimos y, como árboles con raíces
al viento, somos fruto en lo profundo y alma encarnada en cada aportación.