Al
inicio de este mes de abril, más de 150 jóvenes de 31 diócesis españolas se
dieron cita en El Escorial en el encuentro organizado por las Obras Misionales
Pontificias. Desde el viernes por la noche, los asistentes pudieron disfrutar
de diferentes experiencias, testimonios y celebraciones que les animaron a
reflexionar sobre su vocación misionera.
Le
hemos preguntado a una de las jóvenes que asistió al XV Encuentro Misionero de
Jóvenes de OMP sobre su experiencia y esto nos ha respondido:
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¡ESTOY ALEGRE!
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¿Por qué estás alegre?
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¡Estoy alegre!
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Dime, ¿por qué?
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Por haber respondido a
tu llamada.
Saber
cuál es nuestra misión en la vida es la incógnita más importante pero también
la más difícil de responder.
Si
bien es cierto que los planes de Dios son perfectos, también lo es que a veces
nos es difícil comprenderlos y reconocer las señales que se nos mandan. Pero
Dios pone a las personas indicadas en tu camino y una vez más, este fin de
semana, lo he comprobado.
“Dios
te está llamando. Responde” fue la frase con la que Dios me recibió desde mi
llegada al Escorial y la que estaría en mi mente durante el encuentro. El
concierto de apertura fue la primera actividad y el motor de arranque de este,
pues nos llenó a todos de felicidad.
El
segundo día, gracias a las actividades realizadas pude conocer las historias de
personas que se han ido de misión por 3, 6, 12 meses o incluso hasta varios
años; y todo por amor a Cristo. Ver sus rostros tan llenos de alegría al ayudar
a otras personas, me permitió darme cuenta de que aún me falta mucho por hacer,
es decir profundizar en la dimensión misionera de la fe. Así mismo, Dios por
medio de otros jóvenes nos recordó que nunca hemos estado solos y aún cuando
creemos estarlo, nunca nos ha dejado. Él nunca nos pone pruebas que no podamos
soportar.
Dios
nos perdona y nos llama a la conversión, fue el mensaje que me llevé durante el
encuentro personal. Ese momento íntimo al estar en oración me llenó de paz y
tranquilidad, así mismo fue una llamada en la que el principal mensaje es el
compromiso a ser un instrumento de Dios para evangelizar.
Es
una experiencia que no cambiaría por nada y en la que de corazón invitaría a
vivir a otros jóvenes, pues les aseguro que no se arrepentirían.