El día 3 de marzo, omp publicaba un artículo del misionero navarro Juan Antonio Ayanz sobre el Informe Boko Haram. Hoy
nos ha visitado y nos ha conmovido con su testimonio.
No te lo pierdas durante el Encuentro Misionero
de verano de 2015, el día 22 de julio, jueves.
Informe sobre Boko Haram: hablan los misioneros que sufren el ataque del
integrismo islámico en el norte de Camerún. (Artículo original aquí)
El padre Juan Antonio Ayanz, misionero espiritano español e islamólogo, ha
colaborado en la elaboración de un informe sobre la situación del norte de
Camerún, bajo constante amenaza de Boko Haram. “Un equipo de curas de nuestra
diócesis de Maroua”, cuenta él mismo, “hemos realizado un relatorio para el
presidente de la Conferencia Episcopal del Camerún sobre la violencia de Boko
Haram en nuestra región. Yo he colaborado sobre todo en el flash sobre el islam
en nuestra región y las relaciones islamo-cristianas en la actualidad”. Unas
relaciones que todos intentan mejorar. El pasado 16 de febrero inauguraban en
la ciudad de Maroua la “Casa del encuentro Islamo-cristiano”, un lugar de
diálogo permanente en el que Juan Antonio representa a la Iglesia católica.
El informe que han presentado es un resumen de la triste situación de esta
zona norte de Camerún, un pasillo de tierra entre Nigeria y Chad, que permite
al país acceder a una importante reserva de agua dulce, el lago Chad, al que se
asoma con una costa de no más de 20 kilómetros.
Este dossier – así comienza el escrito – es “un grito de alarma para llamar
su atención, la de las autoridades y la de la opinión pública nacional e
internacional sobre el drama que viven las poblaciones de las regiones Norte y
Extremo Norte de Camerún, que corresponden a la provincia eclesiástica de
Garoua”.
El informe cuenta cómo Boko Haram se ha infiltrado en esta zona de Camerún,
estableciendo redes de abastecimiento y depósitos de armas. Pasa después a
presentar en una serie de puntos la situación actual de la zona, comenzando por
el primer rasgo de la terrible situación: el aumento de la violencia:
“Muchísimos jóvenes cameruneses (de 5 a 15 años) son reclutados y obligados por
la fuerza a engrosar las tropas de Boko Haram y a proporcionar ‘carne de
cañón’. Las comunidades musulmanas constituyen la fuente principal de
reclutamiento del grupo islamista y los que se oponen sufren la misma violencia
que los demás grupos de población”.
Los misioneros pasan luego a ilustrar las atrocidades sufridas por la
población camerunesa, con una larga lista de casos como el del pastor luterano
Jean-Marcel Kesvere, de 45 años, padre de ocho hijos, secuestrado y encontrado
asesinado el 28 de julio de 2014 en Bargaram; o la de los numerosos cuerpos
decapitados en pleno centro de la aldea de Amchidé, el pasado 15 de octubre,
con las capillas católicas y protestantes quemadas; o los casi 100 civiles
asesinados, uno de ellos el imán del poblado, y la mezquita arrasada en
Fotokol…
Esto ha llevado, lógicamente a una economía en caída libre: “La Región del
Extremo Norte de Camerún, conocida por ser la más pobre del país, está muy poco
desarrollada debido a muchas restricciones, las más importantes son las
limitaciones ambientales y climáticas, el bajo nivel de alfabetización de la
población, el aislamiento y otras presiones sociales. La proporción de la
población pobre se sitúa en más del 65%. Otros indicadores sociales como la
salud y la educación son los más bajos del país”.
Otros rasgos son las decenas de miles de nigerianos refugiados. Había
19.000 en el campo de refugiados de Minawao y, en Navidades, esa cifra se disparó
hasta los 31.355. Y sólo en la diócesis de Maroua se habla de 22.000 refugiados
dispersos por “la naturaleza”.
En cuanto a la situación de la Iglesia católica: “Algunos misioneros
extranjeros se han quedado contra viento y marea (sacerdotes: 12 africanos, 5
europeos, 1 sudamericano; religiosos no sacerdotes: 2 africanos, 1
norteamericano; religiosas: 15 africanas, 3 europeas)”. Han sido asesinados 2
responsables de comunidad, tres catequistas, 46 personas muertas a tiros, 82
degolladas… Muchos han huido. “Sin embargo, observamos con admiración que, a
pesar del miedo y el peligro, numerosas comunidades cristianas siguen
reuniéndose para orar, como pequeñas luciérnagas de fe que iluminan la noche”.
Los misioneros han multiplicado las iniciativas de diálogo con coloquios un
fórum de jóvenes con musulmanes y cristianos, oraciones en común…
El informe termina con una serie de peticiones: “Queremos que la opinión
pública nacional e internacional se dé cuenta del hecho de que lo que está
sucediendo aquí es un reflejo de lo que está sucediendo en otras partes del
mundo, y que el problema seguro que no se resolverá a nivel local solamente”.
La más apremiante de estas peticiones es la de ayudar a las Caritas diocesanas
de Maroua-Mokolo y Yagoua para que puedan hacer frente a las necesidades más
urgentes que genera este conflicto.