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La misión no termina nunca...


Testimonio de una misionera navarra:

Soy  Maritxu  Berasain.  Nací en un pequeño pueblo de la Ultzama, Auza. Desde niña albergué la ilusión de ser misionera. Crecí como una joven normal, maduré en mi vocación y el año 1956 partí a la Misión. Por este regalazo de mi vocación, doy gracias toda la vida.

He trabajado allá 52 años; la mayor parte en la Selva de la Amazonía del Perú. Pertenezco a una Asociación laica de “Misioneros de Jesús”. En ella, participamos célibes consagrados, matrimonios y voluntarios que somos llamados a anunciar a Jesús con la vida, palabras, gestos y actitudes de un amor entrañable. Contemplativos  y Misioneros, somos enviados a compartir la buena noticia preferentemente entre los desposeídos de la selva, compartiendo con ellos vida y fe. María es nuestra madre y maestra. Con frecuencia nos recuerda “Hagan lo que El les diga”. El, convierte nuestra agua en vino de Evangelio para el mundo. Contamos con la aprobación definitiva de derecho Episcopal. Nos movemos entre los grandes afluentes del Amazonas. Todos los Misioneros de la Amazonía comenzamos una nueva evangelización a partir del concilio Vatican ll  y las directrices de las Conferencias del Episcopado latino americano que se han celebrado desde Medellín hasta la Aparecida.

Lo primero que hicimos fue aprender su idioma, a vivir en choza, a trabaja la tierra y a pescar para alimentarnos. Sus cantos, sus danzas , sus costumbres , sus poderes y su mundo mítico son admirables.

Llegado el tiempo y asesoradas por los líderes de los barrios, su cultura y posibilidades, organizamos cursos de animación y promoción integral. La Biblia fue el primer libro que tuvieron en sus manos. En ella, también aprendieron a leer. El mensaje que nos comunicaba Dios a través de su Palabra  iluminó nuestra vida y nos animó a una constante conversión. La formación a todo nivel fue muy estimada y aprovechada. Son muy capaces, viven organizados en pueblos grandes y distantes. Son de diferentes etnias. La presencia de Jesús resucitado en la Comunidad reunida y en su Palabra, nos impulsaron a crecer y dignificar toda nuestra vida. Poco a  poco y con el trabajo voluntario de los pueblos, conseguimos luz eléctrica, agua potable, teléfono y…carretera. Para los tres primeros proyectos, nos ayudaron el Gobierno  y el Ayuntamiento de Pamplona. Nos favoreció mucho la materia prima de la naturaleza. Para la carretera, tuvimos que hacer conocer al Gobierno del Perú, los valores culturales que se ocultaban en la zona como los petroglifos, las urnas funerarias que datan desde antes de Cristo y  los diseños de su cerámica, verdaderas expresiones de su ancestro.

Promocionamos el cultivo de la soja porque el alimento de la población era pobre en proteínas y había mucha anemia que causaba muchas muertes. La carretera nos favoreció  la comercialización del café y el cacao. Todo ello mejoró  su condición de vida. Pero esto, no ha sido lo más importante.

En los cursos de Capacitación, tenía mucha importancia la formación Cristiana, no tanto como aprendizaje o adoctrinamiento sino como práctica y experiencia. Se descubrieron los carismas: se prepararon los misioneros, los monitores en salud, educación, trabajo de campo, producción, comercialización… El Resucitado nos llenó de vida y su Espíritu nos dio la fuerza necesaria para sobreponernos a los muchos contratiempos que hemos tenido  por el terrorismo y narcotráfico. Así, hemos aumentado el número de laicos  consagrados a tiempo completo a la pastoral de Evangelización. Otros , a tiempo parcial dependiendo de sus necesidades familiares. Hemos ampliado muchísimo las zonas de atención. Todos los Agentes, menos las 3 del inicio son de la misma zona y trabajan mejor que nosotras.

Los Obispos  nos encomendaron el inicio y la formación de las Comunidades Cristianas, con sus propios Animadores autóctonos. La Palabra de Dios celebrada en Comunidad, mucha veces presidida por los Animadores, iluminó y fortaleció  a los creyentes.

El año 2010 me enfermé de fibrosis pulmonar. Volví a España con oxígeno y silla de ruedas, pero como soy una mujer de buena suerte y porque nunca he fumado, pasados dos años de asistencia sanitaria, la doctora me dio el alta con una condición:  No puede volver a la selva. Así que ¿mi gozo en un pozo? Pues no. Programé mi primera peregrinación a Santiago. Con mi mochila acuestas y la ruta de cada día, me quise medir mis fuerzas. El camino sin una ampolla y sin mayor esfuerzo. Y el Señor Santiago me bendijo y sentí que todavía me quedan años de vida. Con las ganas que tengo de ser fiel a mi vocación, me ofrecí a los Obispos y párrocos de mi entorno, como apoyo a su Pastoral.  Por ese camino no encontré posibilidad. Un día  me encontré en  Javier con el Capellán del hospital que me invitó a trabajar  en su equipo. Así que llevo 2 años visitando a los pacientes. Estamos contentos.

Creo que desde nuestra experiencia, algunos  Misioneros retornados, también tenemos otros retos en esta Iglesia nuestra. Vivimos tiempos  en que se impone la necesidad de una pastoral misionera aquí. Con el motivo  del próximo Aniversario de Javier, podemos mirar y programar una nueva Evangelización que encaje en el documento ”La alegría de la Evangelización”.