Hoy hemos estado
con Cristina Aranguren, una pamplonica que lleva “toda la vida” en JMV (Juventudes
Marianas Vicencianas), con quienes ya hiciera, el año pasado, una experiencia
de voluntariado en Bolivia.
Cristina, nos
cuenta con entusiasmo que llegó la hora de “mojarse más”, y ha decidido hacer
una experiencia misionera por tres años en Mozambique, con MISEVI (Misioneros
Seglares Vicencianos).
Le agradecemos que
vinera a vernos y nos contara su experiencia e inquietudes, pues de otra manera
no nos hubiéramos enterado, y ella –algo extrañada- nos dice: “pero, ¿cómo no
voy a venir, si somos Iglesia?”.
Esta hija de la
parroquia de San Juan Bosco de Pamplona tiene claro que estamos todos
embarcados en única Iglesia con una única misión. Misión que se desarrolla
desde multitud de carismas aunque “uno solo es el cuerpo y uno solo es el Espíritu, como también es una la
esperanza que encierra la vocación a la que hemos sido llamados” (cf. Ef
4, 7 y 4).
Cristina nos pide mantener el contacto y
nosotros le respondemos que ya está “condenada” a ello.
Ella se marcha con una sonrisa más amplia que
la que trajo, y esta Delegación de Misiones se queda con un corazón que late
más y mejor… al ritmo de esta pamplonica que quiere hacer universal lo que ha recibido y vivido: una fe que crea pasión por la vida.