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“Ser misionero es un autentico regalo”


Ayer nos visitó Jesús Jáuregui Arbizu, capuchino,  misionero navarro que se encuentra en Ecuador. De sonrisa fácil y mirada limpia, como suelen hacer los misioneros, resta importancia a la enorme labor que hace en nombre de Dios. Le pedimos que nos contara un poco de su experiencia, y nos regaló el siguiente testimonio.

 “Llegué a Ecuador el año 1987. Ese año habían muerto en la selva ecuatoriana Alejandro e Inés, obispo y hermana terciaria capuchina al querer contactar con un grupo indígena. Este hecho me marcó.

Primero viví a dos horas de Quito atendiendo una zona de campesinos. Allí recibí , sin merecerlo, la ordenación sacerdotal el año 1989.
El año 1991 pedí ir a la misión de Aguarico; allí compartí con los indígenas de habla quichua a orillas del río Napo la Buena Noticia de Jesús. Fueron 14 años aprendiendo de ellos.

Estuve un año en Guinea Ecuatorial; el paludismo me devolvió a Tudela . En esa linda tierra de la Ribera estuve cerca de los jóvenes de confirmación, de un grupo de catecumenado de adultos y de la asociación Simón Bolivar creada por Cáritas para acoger a los inmigrantes latinoamericanos. Los últimos once años de nuevo en Ecuador que ha sido mi primer amor misionero.
Llevo 5 años en Portoviejo, en la provincia de Manabí costa ecuatoriana a 30 kilómetros del océano Pacífico. Me encanta el calor de su gente y esa temperatura veraniega casi todo el año.

Comparto la vida con los jóvenes postulantes que desean seguir a Jesús por la senda capuchina que iluminó San Francisco, el pobre de Asís.
Con un grupo de laicos estamos comprometidos en 3 proyectos sociales: el comedor San Antonio de Padua para niños de bajos recursos, el albergue Padre Matías Mújica para los enfermos de cáncer y la fundación Jesús Amigo Mío que trata de rehabilitar a los adictos al alcohol y a las drogas.

Soy responsable de la iglesia San Francisco de Asís;  aunque no es parroquia coordina la catequesis del sector ( unos 400 niños y jóvenes ). Y sobre todo me dedico al “ministerio de la escucha”; intento acoger a las personas que vienen abatidas debido a problemas de pareja, vida sin sentido, vacío existencial… Creo que la escucha me está haciendo más humano y cristiano.

Ahora voy a disfrutar de esta tierra navarra junto a mi familia. Dentro de un mes vuelvo de nuevo a Ecuador hasta que Dios quiera.
Mi agradecimiento a la Delegación de Misión de Pamplona que siempre me acogen con mucho cariño.


Me despido diciendo que ser DISCÍPULO Y MISIONERO DE JESÚS ES UN AUTÉNTICO REGALO. Y ahí sigo aprendiendo, cada día, con la linda gente de Ecuador.”